lunes, 10 de junio de 2013

Las doulas

La doula típica es una madre o una abuela que tiene una experiencia personal del parto "natural". Es la figura maternal con la cual una joven mujer puede contar durante todo el período cercano al nacimiento. El "fenómeno doula" puede ser presentado como un aspecto del redescubrimiento de la partera auténtica. A partir de los años 70' esta palabra griega fue utilizada por John Kennel y Marshall Klaus en sus estudios sobre la presencia femenina de una acompañante durante el parto. A la comunidad griega no le gusta esta palabra que de hecho significa "esclava" en la Grecia Antigua. Una partera de Atenas me dijo que prefería la palabra "paramana" que significa "con la madre". A pesar de eso seguiremos utilizando la palabra "doula" porque ha sido usada en numerosos estudios publicados y actualmente es muy conocida.
John Kennel y Marshall Klaus comenzaron sus estudios durante los años 70', en dos hospitales muy activos de Guatemala, donde nacen 50 ó 60 bebés por día y donde los métodos de trabajo habían sido establecidos por médicos y enfermeras americanos. Pudieron demostrar que la presencia de una doula reducía significativamente toda clase de intervenciones y el uso de medicamentos, mejorando las estadísticas. Repitieron sus estudios en Houston, Texas, en un hospital que asiste a una población mayoritariamente pobre de lengua española. Ahí también los "guardapolvos blancos" eran de lengua inglesa. Las doulas hablaban inglés y español. Como había sucedido en Guatemala, la presencia de una doula tuvo efectos positivos.
Aunque estos estudios fueron realizados en una población de lengua española de bajos recursos, los resultados estadísticos mostraban sin ambigüedad los efectos positivos de la presencia de una doula.
Una doula ideal debe estar al tanto de todo lo que corresponde al embarazo; el parto y el amamantamiento, aún si sus conocimientos son superficiales.
Imaginemos a una mujer embarazada que escuchó a su médico nombrar la posibilidad de una placenta previa, es preferible que la doula comprenda lo que eso quiere decir.
Las sesiones de información para doulas deben ser focalizadas en los primeros auxilios obstétricos, de manera que las verdaderas urgencias, que son excepcionales, puedan ser inmediatamente detectadas. Por ejemplo, si después de una repentina ruptura de la bolsa, el cordón aparece en la vulva, la doula sabrá que será necesario llegar al hospital sin perder tiempo y en el camino tratará de comunicarse con el equipo médico utilizando la expresión "prolapso de cordón". Si una mujer embarazada tiene repentinamente un terrible dolor de vientre, sin ninguna remisión y al mismo tiempo está en estado de shock, débil y pálida, la doula inmediatamente contactará al equipo médico evocando la probabilidad de "un hematoma retro-placentario". Si un bebé nace en un momento inesperado y en un lugar no previsto para ello -en un auto, por ejemplo- la doula sabrá que en el caso de nacimientos tan rápidos y tan fáciles, habitualmente no hay nada especial que hacer. La única preocupación será asegurar que el lugar esté bien cálido y que la madre y el bebé no corran riesgo de tener frío. Cortar el cordón no es una necesidad fisiológica. Sin embargo el ritual está tan bien establecido que en muchos cursos de primeros auxilios enseñan a cortarlo.
El futuro del "fenómeno doula" dependerá de la manera como se interprete esta palabra. Si la doula es una persona más en el lugar del nacimiento -además de la partera, el médico y el padre- su presencia será contraproducente.
Si el acento está puesto en su entrenamiento y no en su forma de ser y su personalidad, el fenómeno doula será una oportunidad perdida.


Michel Odent: "El granjero y el obstetra", 2003

martes, 30 de octubre de 2012

LO QUE HACEN LAS DOULAS… (Cuando parece que no hacen nada)

Las doulas somos mujeres conocedoras de los mundos sutiles femeninos, de lo que se mueve arriba y abajo, de los ciclos y las lunas, de las estaciones, del útero y su función, de la importancia de relajar y soltar... Somos conocedoras de la importancia de soltar (se), para abandonar el pasado y abrirse a lo desconocido que ha de llegar, p...
orque sabemos que el parto es ese momento justo de dejar morir el pasado para que nazca lo nuevo.

Somos conocedoras de lo antiguo, sabemos de la importancia del linaje femenino, de las abuelas, las bisabuelas y así hasta la primera mujer: Lilith, la portadora de los opuestos, de la luz y la sombra. Somos sabedoras de que eso es la maternidad: un claroscuro de luces, a veces brillantes y centelleantes y otras oscuras y húmedas. Conocemos el ‘Río bajo el Río’ que diría Pinkola. Y sabemos salir de él. Eso lo hemos aprendido. Y eso es lo que podemos mostrar: iluminar a nuestras mujeres ese camino por el cual nosotras ya hemos transitado.

Las doulas hemos recorrido un camino, un importante camino. Sabemos lo que es la entrega, la escucha, la mirada de aceptación, el tacto, el cariño, el no-juicio. Sabemos lo que es un parto, y sabemos el potencial ilimitado de crecimiento personal que esa experiencia puede llegar a ser. Eso lo sabemos muy bien pues lo hemos experimentado en nuestras propias carnes. Todas y cada una de nosotras tiene su(s) historia(s) de parto personal, la que le ha otorgado lo que es hoy.

Las doulas somos como las hadas, y los ángeles, aparecemos en el momento oportuno para cambiar una historia. Porque sabemos de la magia del vínculo y de las primeras horas, de preservar ese momento como si fuera oro. Y de la magia del pecho materno, alimento y consuelo, sin lugar a dudas, el mejor lugar.

La doula busca el fortalecimiento de los dones de la mujer a la que acompaña, no su sombra. Busca que ella se sienta (diosa) madre, le recuerda lo que ya lleva impregnado en sus células: que sabe parir y criar como lo hicieron todas las mujeres la precedieron. La doula le recuerda a la madre su conocimiento ancestral. Estamos ahí para eso: para ayudar a recordar, sólo eso. Somos un espejo donde queda reflejado un conocimiento ancestral.

Y además la doula, sabe de hierbas y de ungüentos, de especias y de cocina, de aceites y esencias, de pañales y mochilas, de protocolos de parto, de hospitales y ginecólogos, de libros y películas, de diosas y de terapias, de grupos de crianza, de webs y blogs, de grupos de madres, de escuelas libres, de homeshooling, de lactancia a demanda, de pediatras enrollados, de vacunas, de alimentación complementaria, de Facebook y Twitter, de baby led weaning, del concepto del continuum.............................................

Las doulas, en definitiva, sólo somos mujeres que acompañamos a las mujeres a gestar, parir y criar.
http://www.maternidad-consciente.blogspot.com.es/2012/10/lo-que-hacen-las-doulas-cuando-parece.html
Mònica Manso Benedicto
Doula
27 Octubre 2012, Barcelona.

martes, 21 de agosto de 2012

LA MIRADA, por Silvia Solá

Algo tan simple y versátil. La mirada no nos deja mentir, nos muestra en nuestra más sincera y espontánea emocionalidad e intención.
Algo tan fácil de dar, y a veces tan difícil de conseguir sobre todo para muchos bebés y niños de ésta época tan desapegada que estamos viviendo como Sociedad…
Cuando éramos chicos, los adultos nos pedían que los miráramos a los ojos para saber si estábamos diciendo la verdad o no. Digamos que los niños quedan al descubierto con sus miradas porque recién están aprendiendo a mentir y hay situaciones en las que aún no consiguen disimular con el profesionalismo que con el pasar de los años vamos adquiriendo…
Lo enamorados se tocan con la mirada, se comen, se penetran y se hablan más allá de las palabras. Se entienden en un lenguaje que es singular y sólo de ellos. Pueden aislarse en una mirada aún en el lugar mas concurrido…
Cuando alguien se refiere a “la mirada perdida” seguramente será de una persona que está en un momento difícil y no puede ejercer un contacto visual fuerte y sostenido con otra persona. Alguien que no encuentra paz o sostén en ninguna otra mirada…
Cuando hacemos equilibrio en un solo pie, en general nos dicen que pongamos la mirada en un punto fijo para sostenernos.
A través de lo que miramos, nuestro cuerpo es capaz de sentir, de generar estados físicos diferentes, palpitaciones, sudor, hambre, alegría, bronca, miedo, sed, ternura, excitación, etc.
La Mirada es mucho más que un sentido, es un todo, por eso quienes carecen de su capacidad visual desarrollan impresionantemente el resto de sus sentidos.
La mirada no solo mira, sino que investiga, resuelve, concreta, acaricia, sostiene, acompaña, da aliento, genera confianza, nos pone en evidencia.
La Mirada es un ida y vuelta, es un canal de información en ambos sentidos.
Imaginemos la vida de un bebé dentro de su madre. En el momento en que ella comienza su día y se pone en pie, al bebé le cambia el punto de apoyo. Mientras su madre estaba en la cama, el bebé probablemente estaría apoyado sobre la parte posterior del abdomen, los sonidos internos en el cuerpo de la mamá son rítmicos y propios del reposo, la respiración, las pulsaciones, algún sonido digestivo. Al levantarse para comenzar el día, la madre hace que su bebé quede más apoyado sobre las caderas. Los sonidos internos se relacionan con el desayuno de la mamá, todos hemos escuchado alguna vez a nuestros estómagos “ahuyando” como lobos, ¡hay que ver lo que es escuchar eso desde adentro!
Luego se escucha que habla con alguien, cambia el ritmo de la marcha, no es lo mismo moverse dentro de casa que salir y caminar por lo menos una cuadra a paso de marcha urbana. La ciudad tiene sonidos propios. Eso también le llega al bebé.
La diferencia entre el día y la noche, el reposo y la actividad, el ayuno y la digestión son parte de las rutinas de un bebé en gestación.
Nació
Su cuerpo se despliega, ya no es un capullo cerrado y compacto, alguien quiere medirlo, pesarlo, bañarlo y lo estira. Su tórax tiene movimientos de respiración que no conocía antes. Su boca busca recomponer la escena de tranquilidad que vivió hasta que vio la luz. Y sí, vio la luz si nació en una sala de partos iluminada como una cancha de rugby, alguno habrá tenido la oportunidad de nacer en penumbras en ambientes más íntimos, pero son los menos…
Sus ojos también se despliegan. Se abren y se cierran por reflejo frente a diferentes estímulos tanto visuales como auditivos y táctiles.
Todo su cuerpo se ha puesto en marcha por reflejo.
Escuchamos comentarios vulgares y desprovistos de cualquier reflexión como “nació con hambre este bebé”…
La búsqueda, el hociqueo en las primeras horas de vida están relacionado no con el hambre de comida, sino con la necesidad de recomponerse, de recuperar el estado previo al nacimiento. Nosotros los adultos somos responsables de darles una transición progresiva, amena y que les brinde confianza en las personas que estamos a su cuidado.
La Mirada
Sus ojos permanecen mas cerrados que abiertos los primeros días de vida. Un poco por sueño, otro poco por la administración de su energía agotable y otro tanto por el exceso de estímulo que significa estar de este lado del mundo aéreo.
Cuando despierta y vamos a su encuentro frente a su pedido, nos miramos a los ojos.
El bebé encuentra tranquilidad en aquello que se repite en su vida. La mirada de su madre aparece con ternura y palabras armónicas en el medio de un abrazo. Luego aparece ese líquido tibio que calma esa nueva sensación que se llama hambre. De a poco va pudiendo prescindir de la mirada porque confía en quien lo sostiene, encuentra la calma, se relaja y finalmente se duerme.
Es una secuencia de doble efecto, el adulto también encuentra calma cuando esto sucede.
Los bebés necesitan además de alimento, la mirada como guía, sostén, contención, comunicación y reflejo de sus padres para entenderse a ellos mismos ir moldeándose para convertirse en uno de nosotros.
La mirada no se compra ni se vende, se siente, se disfruta y se comparte.
La Mirada es también una de las asignaturas en la Carrera de las emociones, de lo que vemos y observamos aprendemos, está en nosotros generar escenas colmadas de afecto y comprensión si queremos bajar los índices de destrucción Social.

Extraído de www.silviasola.com.ar

domingo, 22 de abril de 2012

"Tener un hijo es un acontecimiento único, sagrado, milagroso.



Una fiesta de amor e intimidad de esa familia.


... ¿Para qué ir a un lugar de enfermedad si estamos sanos?


¿Para qué ir a un lugar de control y seguridad si somos responsables y estamos confiados?


¿Por qué separarnos de nuestro bebé, si lo que más esperamos es tenerlo en brazos?


¿Para qué irnos de casa, si es el lugar más lindo del mundo, porque reina el amor?"
 
Mariana Mellano, Psicóloga Especializada en Psicoprofilaxis Obstétrica, Doula, Mamá de tres bellos niños, dos de ellos nacidos en su hogar

lunes, 25 de julio de 2011

Parir con Doulas

Nota extraída de acá.

Después de que Lázaro nació, enlazado por el abrazo de Marcos y Ayelén, sus papás, Ayelén pidió un aplauso para ella. Por haberlo parido. "Me lo merecía", dice, y acaricia a su bebe, que tiene 9 meses y vino al mundo con 4,300 kg y en la 42a semana de gestación. Lo que para la medicina sería un indicador de intervención -luego de la semana 41a., en teoría, el parto debe inducirse-, en este caso no alteró nada. Ni eso ni el peso del bebe -que nació grande porque ser grande está en sus genes- justificaron peridural (anestesia), inducción (oxitocina) ni episiotomía (corte vaginal). Y mucho menos, una cesárea.

Lázaro es uno de los 60 bebes nacidos en el contexto del Programa de Parto Mínimamente Intervenido del Servicio de Obstetricia del hospital Austral. Allí están las parteras y el obstetra, pero también las doulas , un oficio relativamente nuevo en nuestro país orientado a la atención del embarazo, el parto y el puerperio.

"Veía la soledad emocional en la que muchas mujeres llegan a parir, tengan o no compañía - expresa Claudia Zamora, licenciada en enfermería especializada en humanización del nacimiento y doula -. Ese es el lugar que toma la doula , una mujer que ya ha tenido hijos (tengo 4). A veces, el acompañamiento es sólo estar en silencio, con la mirada, la mano, haciendo empatía. No es ni yoga para embarazadas ni eutonía. Sólo tomar conciencia corporal, «meterse» en el cuerpo, hacer contacto con el bebe, con los movimientos, saber qué parte trabaja en el parto, qué posturas o recursos pueden ser efectivos para pasar las contracciones, los dolores. Todos los trabajos se hacen en pareja. Muchos hombres se sorprenden de lo que pueden hacer. Es infinitamente más que estar en la sala de partos."

"Yo era de las que decía parto no, cesárea -dice Ayelén, rehabilitadora visual, de 33 años, la misma edad que su marido, Marcos, bioingeniero-. Recién cuando quedé embarazada empecé a buscar. Cuando hablaba con mis amigas de parto respetado me decían que estaba loca, que por qué no aceptar la anestesia, si se había inventado y funcionaba?"

"Marcos fue un doulo increíble -resume Claudia Zamora-. Cuando empezaron las contracciones más duras y más seguidas, Ayelén se colgaba de su cuello para aliviarse y pujar en el momento que había que pujar. Estuvieron así varias horas."

Los fantasmas más temidos

-¿A qué le tienen más miedo las mujeres?

-Al dolor -contesta Claudia Zamora-. Y a si van a "poder".

Analía, 37 años, profesora de inglés, escucha junto a su marido, Gastón, de 39. Faltan pocos días para la llegada de Francisco, primer hijo de la pareja y segundo para Gastón. (N. de la R.: Francisco nació el jueves último). "No tengo miedo -dice Analía-. Sé que habrá dolor, pero es algo que siento muy finito. Hay cosas que me pasan por la cabeza, pero tampoco es miedo. Estoy muy segura de lo que elegí, aun antes de estar embarazada o de saber que existía la posibilidad de un parto no invasivo."

Gastón recuerda que estuvo en el nacimiento de su primer hijo, que tiene ya casi 20 años. "Nunca voy a olvidarme cuando salió y lo agarraron -dice-. Para la gente que lo hace todos los días es una maniobra sabida, pero es tu hijo y querés saber lo que le están haciendo. Esta es una experiencia muy distinta."

"Algunos creen que es parir sin dolor -cuenta Mariana, de 33, historiadora y mamá de Malena, de 9 meses-. La vida está llena de momentos de dolor. Y vivir anestesiada no te lleva a nada. El tema es cómo atravesar ese tránsito."

Andrés, marido de Mariana, de 38 años, cuenta que el trabajo de parto de Malena llevó 18 horas. El llenó y vació varias veces la bañera, ayudó a su mujer sobre la pelota de esferodinamia para ir encontrando posturas de alivio y se la pasó planchando. "Trapitos calientes para la panza cuando más dolía la contracción -dice-. Y no tenía que descuidar la hidratación o darle de comer porque estaría horas sin hacerlo."

La licenciada en obstetricia Paula Rodríguez Blanco, una de las parteras, dice que el bebe nace en la habitación. "La parturienta elige la posición. Sacamos la cama. Hay pelotas de esferodinamia, sogas para colgarse, una bañera. Las mujeres se paran, caminan. Ponemos un colchón en el piso, es frecuente que tengan al bebe en 4 patas o arrodilladas o bien en el banquito de parto, un semicírculo donde se apoyan la cola y las piernas."

-Nació el bebe y el único sentimiento posible es de felicidad. Pero eso no siempre pasa. ¿Cómo ayuda la doula en el puerperio?

-Yo la pasé mal. Malena estuvo bajando de peso durante dos semanas y tuve un pediatra que me decía que eso era terrible. Cada vez que la íbamos a pesar yo salía llorando. Claudia estuvo ahí en los momentos en que más la necesitaba. Quizás para decirme lo mismo que dicen los libros. Pero estaba. Malena después tomó perfectamente bien la teta.

"El puerperio es difícil -admite la doula Graciela Cobe, de 41 años-. En ningún momento de la historia de la humanidad las mujeres criaron tan solas a sus hijos. Vivimos aisladas, dentro de un departamento, sin ayuda? es una sensación agobiante y una situación antinatural. Siempre hubo mujeres más grandes que ayudaban a las más jóvenes para que pudieran cuidar a sus hijos."

Cobe dice que "los gobiernos deberían entender lo importante que es cuidar a las mamás para que ellas cuiden a sus bebés el primer año de vida, que es fundante. Si eso ocurriera, cambiaría el mundo".

jueves, 23 de septiembre de 2010

EMBARAZO CONSCIENTE

Embarazo, Nacimiento y Crianza Consciente
Grupos de Preparación para el Parto y Acompañamiento Individual para Mujeres Gestantes y Puérperas.
Contención y Sostén en ocasiones en las que suelen surgir emociones encontradas. Mitos versus realidades a la hora de gestar, parir y criar.

Espacio Informativo y de Reflexión

*Dudas, Miedos, Ansiedades
*Asesoramiento en Lactancia, Posparto y Puerperio
*Ejercicios de relajación y estiramiento
*Visualizaciones
*Flores de Bach

Vivi Briongos
Doula de Embarazo, Parto y Puerperio
Doulas de Argentina
Escuela Crianza de Laura Gutman

lunes, 13 de septiembre de 2010

Parto de Alén Dara - Nerea Nara

Testimonio extraído de porunpartorespetado.espacioblog.com
Link: aquí.

Parto de Alén Dara - Nerea Nara. Enero de 2008, Madrid.
(Nacido en casa, acompañados por un matrón, una matrona y una doula)

Después de doscientos noventa días de creación, de fusión...en esa casa entre el campo y el bosque me hice par; parí.
Comenzó mientras dormía. Soñé que llegaba un águila; Alén nacía. Después quedaba en mi vientre una niña que también había de salir, y resultaba más difícil que el parto de mi hijo. Más tarde supe, esa niña era yo.
Me despierta el dolor; las contracciones son agudas y regulares...el mecanismo increíble de la naturaleza se ha despertado, no hay marcha atrás.
Siento excitación ante lo desconocido, es como prepararse para una gran fiesta, pero en medio del dolor. Sonrío, sonrío y gimo.
Me postro en el suelo con cada contracción - devuélvele a la tierra lo que es suyo- me doy cuenta de que me encuentro en un estado de ensoñación e hiperconsciencia. Siento tanta serenidad y a la vez tanta energía que quiero quedarme aquí eternamente...quiero poder volver a este momento siempre que lo necesite. Dejarse llevar, ¡disfrutar!, mecerse...pero duele, me resisto, ahora viene, ahora se va - no luches contra el dolor, sumérjete en él- y me voy abriendo, voy comprendiendo, lloro de felicidad y algo luminoso estalla junto a mi ojo izquierdo.
Quiero regalar el secreto, pero no puedo hablar. Me muevo, bailo para mi hijo.
Tengo que deshacerme de mi mente. Sacudo con fuerza la cabeza, no puedo preguntar, ni saber, ni analizar, ni pensar. Por eso hay penumbra; no hay momento del día, no hay adentro y afuera. Creo que tengo que perder el control. No puedo parir con la cabeza, sólo puedo hacerlo con el cuerpo, con el instinto, y he de ir mucho más allá. Me siento ligera, aunque sigo inclinándome hacia el suelo. Ah, son reverencias. Ah, soy un animal. Presa del pánico; de repente siento miedo ante tanta libertad. Nadie me puede indicar si lo estoy haciendo de la manera correcta, porque no existe la manera correcta. Vértigo, y liberación. Más contracciones, grito sin restricciones, es salvaje. ¿Y si es demasiado salvaje?
Ahora soy niña. Lloro desconsolada. Pregunto si es así, si es normal...necesito un referente, que alguien me diga que lo estoy haciendo bien. Me lo dicen, pero no me consuelo. Me doy cuenta de que no sirve de nada. Me siento sola y perdida, aturdida, casi siento rabia...y entonces dejo de buscar afuera; la única manera de seguir adelante es mirando y escuchando hacia dentro. Más adentro, más adentro está la voz. Ahí.
Ahora sí, todo es como tiene que ser. Y continúo, más allá de la experiencia, del umbral del dolor, del tiempo, de todo lo conocido. El parto es una experiencia iniciática. Si supero esta prueba, habré crecido milenios. Habré retrocedido hasta el principio mismo de todo.
Ahora hay un obstáculo; es Alén, ¿no quiere nacer? pierdo mi identidad para que él pueda avanzar. Tiene que ser así...pero entonces me difumino, me fundo, pierdo la fuerza, me desvanezco. Me hundo. Me voy abajo, muy adentro, demasiado...está oscuro y pesa. Es la muerte; me dejo. Hay alivio, pero no puedo irme del todo, no debo descansar aún. Temo no poder volver. Temo por la vida de mi hijo, reacciono, me desespero; no tengo poder sobre mi cuerpo, estoy tan exhausta que ya no puedo conectar. Tengo muchísimo miedo, tanto que digo la palabra hospital. Tiemblo, suplico, me arrastro. Me reincorporo con ayuda. Me animan. Tengo que poder. Tengo que poder, y puedo. Necesito agarrarme a la gente, a la carne, a la tierra, grito, no grito, soy un grito, ya no sé, estoy fuera de mí, más dentro que nunca, empujo con una fuerza descomunal desde el centro mismo del centro... y mi hijo sale de mí. Y ya no hay nada más. Ya. Es. Todo.
Lo sostengo contra mi pecho, fundidos en el alrededor que es dulce, es caliente, es una cabeza diminuta apoyada en la palma de mi mano, es un aullido extático, una luz incendiada, es sangre, palpita, se mueve...me mira fijamente; es un Ser. Se ha gestado dentro de mí, ha nacido al mundo a través de mí; es mi hijo, pero no es mío.... Es maravilloso. ¡Lo he conseguido! sí, he muerto y no he vuelto...he ido más allá. He dado Vida,
He atravesado la puerta, he nacido a una nueva vida junto a mi hijo.

"Le doy las gracias a Juanjo Juanas, nuestro matrón, o matrona, como le gusta definirse a él...que tan sabiamente nos acompañó en el proceso."
Nerea Nara

jueves, 1 de julio de 2010

Fruto del Amor

Fruto de los dioses

Nota de Erika Irusta de AlmadeDoula.com

Hoy en el tren he tenido más que tiempo para reflexionar (he estado 1 hora parada entrevías por falta de suministro en la catenaria). Estaba leyendo el libro “Partería Espiritual” de Ina May Gaskin. En él una compañera de Ina May, Cara, escribe lo siguiente:

” Una y otra vez, he visto que la mejor manera de sacar un bebé afuera es acariciándote y abrazándote con tu esposo. Esa vibración amorosa y sexy es lo que mete al bebé ahí dentro, y es lo que también lo saca fuera”

Esta preciosa reflexión va acompañada de una foto tierna y sensual entre un papá y una mamá en trabajo de parto.

Leer esto y ver la fotografía me ha hecho estremecerme de placer. He podido visualizarme en esa situación. Siendo acariciada dulcemente por mi compañero entre ráfaga y ráfaga (tomo las palabras de Ina May para denominar a las contracciones, pues ráfaga dibuja un oleaje que es lo que son al fin y al cabo: olas de energía) He comenzado a sentir la sensualidad de sentirse amada y deseada en un momento tan mágico. A maravillarme de la continuidad de la bella danza que nos lleva, 9 meses antes, al momento en el que nos encontramos ahora: el alumbramiento.

Y algo en mi ha hecho clik.

Si venimos del amor entre dos cuerpos, dos almas, dos seres divinos en Unidad ¿no es acaso este amor el que nos va a impulsar hacia afuera? Sí, Michel Odent nos habló de casos (bastantes) en los que tras asistir el papá al parto éste huía (bien enfermando, bien no entrando en casa, bien abandonando a la familia). Nos explicó cómo antiguamente en el parto no entraban hombres porque ver a su mujer desatada, mamífera salvaje, provocaba un “desajuste” muy potente. El objeto sensual y misterioso de deseo se convertía en una fiera, en un ser plagadito de fluidos y torsiones imposibles. Y aquí es dónde ahora mismo me paro y pienso:

¿no será que nunca hemos podido mostrarnos al mundo como la mujer salvaje , sensual y desinhibida que somos? ¿es posible que hayamos permitido dibujarnos como aniñadas damiselas con aire de pícaras consentidas? Puede ser que el hombre pierda su líbido al comprobar que desconoce una parte potentísima de su compañera. Que a algunos hombres ver a una yegua descontrolada les asuste por miedo a no poder controlarla. Puede ser que nos hayamos creído que parir es un acto racional que se ejecuta a toque de abanico y pestañeo.

Ahora bien (voy reflexionando sobre la marcha) los machos de otras especies no están en los partos. Si bien las hembras procuran que los machos no se acerquen por miedo a que las crías sean dañadas por el resto de machos adultos (con las crías fuera de plano hay disponibilidad de procrear y establecer nueva manada con nuevos genes). Esto es que si no están no es porque “alucinen” con lo “animales” que se vuelven sus compañeras. Además de que ellos se encargan de los depredadores…

Bien, vuelvo a los mamíferos que mejor conozco (o eso creo).

Siento que el estereotipo de mujer planteado en nuestra civilización patriarcal es el que remueve inconscientemente a estos hombres y les hace querer salir corriendo (tras el parto). Ya que en un parto, la mujer, si se lo permite a ella misma y el entorno es seguro para “dejarse ir”, toma contacto con su cerebro primitivo, con el linaje milenario de las mamíferas. De tal manera que se transforma (yo creo que más que transformarse se permite manifestarse tal y como es) en una mujer potente, instintiva, terrenal, mística, sensual, sexual, carnal, etérea. Es la mismísima representación de Gaia. Manifiesta su divinidad por cada centímetro de piel, por cada mililitro de flujo.

Claro está, muy pocas mujeres saben de su naturaleza divina y además muy pocas lo integran en su día a día, por lo que muy pocos hombres han mirado a los ojos de la Diosa que reside en su compañera. Si éstas se permitieran vivir su diosa, si éstos buscaran esa mirada, siento que ningún hombre huiría, sino que decidiría quedarse para toda su eternidad al lado de este mágico ser.

Con esto no quiero decir que los hombres no sepan mirar, que las mujeres no podamos vivir bajo nuestra condición natural. Es más,si me dejo fluir, siento que muchos de ellos saben de nuestro linaje de diosas antes que nosotras. Son esos momentos en los que se preguntan cómo puede ser que nos amen tanto. Cómo es posible que nuestra sonrisa les atrape irremediablemente. Que nuestra mirada les haga cambiar de rumbo…

Yo siento que en el fondo todos y todas sabemos quiénes somos en realidad. Que el embarazo es un momento trascendental para tomar conciencia de nuestras raíces divinas, si no hemos podido hacerlo antes. Y que, una vez que nos descubrimos como diosas y dioses, podemos dar la bienvenida a nuestros hijos e hijas acompañados del mismo Amor que los invocó aquella tarde de verano.

Termino con una frase de Ina May:

“A un hombre le hace bien ver a su dama ser valiente mientras ella tiene a su bebé… lo inspira”

Añado: inspiración… divina.

sábado, 5 de junio de 2010

Doulas: acompañantes emocionales de partos y puerperios

Por Carolina Isola *

Históricamente las mujeres han atravesado sus partos rodeadas de otras mujeres experimentadas. Al igual que una gran comunidad, donde la mayoría tenía la vocación de la maternidad, la intuición y la sabiduría femenina eran las que guiaban su camino.

El término doula procedería de la antigua Grecia, donde significa esclava o sierva. Otros autores sitúan su origen en lengua india, en la que doula era sinónimo de una mujer experimentada que ayudaba a las futuras madres en la crianza de sus bebés.

Actualmente, la empatía es una de las características más relevantes de una doula. Eso implica poder y saber ponerse en los zapatos de otra mujer en el momento de su gestación, parto y puerperio. Si hay acompañamiento humano amoroso el parto puede ser –igualmente– doloroso, complejo o largo, pero se atraviesa desde otro lugar: la fortaleza y el amparo. Esa energía es la que luego brindará a la mujer puérpera el resto emocional necesario para ocuparse del bebé y de su vínculo con él.

La doula favorece la humanización del parto, del nacimiento y de la crianza de niños pequeños, acompañando a las mujeres para que puedan empoderarse de su maternidad, porque provee información con evidencia científica, aclara cualquier duda y temor, complementa la información recibida en el curso de preparación al parto, informa sobre el proceso del parto y el dolor, provee consejos sobre un plan de parto a consultar con el médico o partera, acompaña en el parto brindando soporte emocional, sugiere maneras para soportar el dolor y facilitar el parto, está atenta a los deseos de la madre durante el proceso del parto frente a intervenciones rutinarias innecesarias o no deseadas, ayuda creando un entorno adecuado para la madre (reduciendo el nivel de ruido y luz, poniendo música, regulando el frío o calor, respondiendo al teléfono), colabora en un parto vaginal o en una cesárea (si fuera el caso), respeta la privacidad de la mujer, facilita el establecimiento temprano de la lactancia materna.

Mientras que, durante el puerperio, mantiene el contacto por teléfono para cualquier consulta que tenga la mujer, colabora para tranquilizar a la nueva madre y liberarla de cargas. Una doula hace la diferencia y algunas estadísticas lo demuestran: se produce un 50 por ciento de reducción en cesáreas, un 25 por ciento de partos más cortos, un 60 por ciento de menos pedidos de epidural, un 40 por ciento menos de uso de oxitocina sintética, un 30 por ciento menos de uso de analgésicos, un 40 por ciento menos de utilización de fórceps. Y, además, mejora el vínculo de los padres con el bebé, se disminuyen los problemas con la lactancia y se genera menor incidencia de depresión posparto.

Se ha demostrado que las mujeres que eligen atravesar su historia de maternidad con una doula empática se sienten aún más cuidadas, escuchadas, comprendidas y avaladas. Su empoderamiento femenino les facilita la ardua tarea de la maternidad, ya que un espacio de conciencia se abre para siempre.

* Doula, integrante de Venir al Mundo, una fundación que forma doulas y da apoyo a mujeres gestantes y acompaña a parturientas y puérperas. Y que integran Carolina Isola, María Laura González y Ana Laura Ferruggia.

Nota publicada en el diario Página/12 de Buenos Aires, Argentina. Link

viernes, 7 de mayo de 2010

Importancia de las Doulas

"Las Doulas hacen del parto una experiencia grata y memorable"

viernes, 16 de abril de 2010

Pon una doula en tu embarazo

Nota extraída de acá.

Una decena de mujeres ejerce esta profesión en Galicia, una labor que consiste en acompañar a la embarazada en su camino hacia la maternidad y que antes ejercían las madres

Su presencia todavía no está muy extendida en Galicia pero en el resto del mundo tienen un amplio reconocimiento. Se denominan doulas y su función es guiar a otras mujeres durante el embarazo, el parto y el puerperio, ofreciendo soporte físico y emocional durante estas tres etapas. En Galicia hay cuatro doulas oficiales aunque ellas mismas aseguran, "hay alrededor de una decena". Carecen de títulación oficial pero tienen aspectos en común:son madres y sus conocimientos los han adquirido a través de sus profesiones


SILVIA CAMESELLA | A CORUÑA Existen desde tiempos inmemoriales y están en todo el mundo. Su figura, hoy denominada doula, nació originariamente en el seno familiar, donde las madres transmitían a sus hijas sus conocimientos fisiológicos y psicológicos acerca del embarazo. Sin embargo, el incremento de la movilidad laboral en los últimos años ha propiciado que esta situación cambie, obligando a la pareja a enfrentarse sola a la maternidad sin referentes externos. Por ello, este rol ha sido asumido por las doulas, profesionales ligadas al mundo de la maternidad que acompañan a las embarazadas en sus distintas etapas antes y después del parto y durante el puerperio.

Las doulas carecen de una titulación oficial, aunque sí convocan cursos para ampliar conocimientos. Su presencia en España es amplia y está registrada en su página www.doulas.es. En la comunidad gallega solo hay cuatro mujeres dadas de alta aunque, según comentan algunas de ellas, en realidad son más, alrededor de una decena.

Luzia Titán es doula desde el año 2006 y cubre la zona de Vigo y alrededores junto a otras dos profesionales. Durante este tiempo, ha ofrecido soporte a unas sesenta mujeres en sus distintas etapas del embarazo y ahora apoya a seis futuras madres. "Soy educadora de masaje infantil y trabajo en DeLeite -grupo de apoyo a la lactancia materna- pero la formación de doula es más bien empírica, depende de la inquietud que tengas para buscar tu propio aprendizaje", comenta Titán.

La experta afirma que en su zona tiene una gran demanda, algo que no ocurre con otras acompañantes. "Al principio pedía a las embarazadas ser su doula pero ahora son ellas las que me buscan", asegura, y puntualiza: "Se enteran por el boca a boca y por la web". A María del Carmen Santorum, que lleva veinte años ejerciendo como doula en Vilagarcía, no le ocurre lo mismo. "Aquí está poco instaurado el grupo de apoyo. Llevo veinte años en la ciudad y en este tiempo he atendido casos puntuales", afirma esta matrona que ahora ofrece soporte a dos mujeres.

Contaminantes externos

"Somos las intermediarias entre la pareja y el medio ya que la embarazada está expuesta a muchos contaminantes externos", explica Santorum. Esta doula también es monitora de lactancia materna y declara que otra de las funciones de la doula es "ofrecer apoyo psicológico, hacer que la mujer se sienta segura, resolver dudas fisiológicas y ayudarle a superar sus sentimientos contradictorios durante el embarazo, algo bastante común". Nuria Otero, doula en la ciudad de A Coruña y alrededores, considera que su función es cubrir la carencia afectiva de la futura madre pero sin enjuiciarla "ya que no tenemos un vínculo emocional que nos una", aclara esta vecina coruñesa.

Al contrario de lo que se pueda imaginar, el primer contacto entre la embarazada y su doula resulta natural porque, según considera Otero, "nuestra figura existe desde tiempos ancestrales". Luzia, por su parte, destaca: "Las futuras madres se muestran muy abiertas y en seguida te hacen saber sus dudas". Y cualquier sitio es óptimo para entablar relación. María del Carmen suele visitar a las futuras madres en su hogar pero también queda con ellas para tomar un café o dar un paseo.

Nuria Otero señala que la frecuencia de visitas depende de su disponibilidad y del requerimiento de la mujer aunque en general suelen citarse una vez al mes. Del mismo modo, su papel como doula puede prolongarse hasta que se implemente la lactancia materna, una decisión que también está en manos de la madre.

El perfil de ésta varía según la doula. Luzia y Nuria coinciden en afirmar que "hay mujeres de cualquier rango social" y, en cuanto a la edad, predominan las mayores de 30 "porque es la tendencia actual", aclara Luzia. Sin embargo, en el caso de Santorum, las mujeres suelen ser profesionales: "Supongo que es porque tienen un mayor acceso a la información sobre nosotras", estima.

La mayoría de las doulas cobran una módica cantidad por su compañía, dependiendo del tiempo y la frecuencia de visitas. "Esto es un trabajo en el que inviertes tu tiempo", comenta Luzia. Aunque ahora todas las doulas son mujeres, en un futuro no descartan la integración de doulos, así como de mujeres que todavía no han sido madres. "Esa cuestión la tienen que decidir los hombres y las embarazadas", opina Otero. Respecto a las doulas sin hijos, Nuria sostiene:"Hay chicas que tienen conexión con la maternidad sin basarse en la experiencia", concluye.

martes, 16 de marzo de 2010

Luz Viudes, Doula Española

Este mes hace 30 años que nació esta maravillosa mujer, la cual tengo el placer de conocer y apreciar muchísimo.
Nos conocimos en el instituto y la "conexión", al menos por mi parte, fue inmediata.
Ella marchó a otras tierras, a Cadiz concretamente. Y aunque seguimos por un tiempo en contacto por correo ordinario y con alguna visita fugaz, es verdad que dejamos de contactarnos por mucho tiempo. Estas cosas que suelen pasar...
A finales del Octubre del 2008 vino por aquí, por mi tierra. Y aunque no nos vimos, yo sí estuve con sus hermanos y sus padres (Saludos, ¡guapetones!) y me dieron el teléfono y el e-mail de ella.
Pasaron un par de meses hasta que me senté a escribirle el e-mail en donde le contaba mi deseo de ser madre. No pasaron apenas unas horas cuando el telefono sonó.
Era Luz, muy contenta y entusiasmada que entre risas me contaba que "casualmente" ella se dedicaba a acompañar a las mujeres en el embarazo, parto y post-parto, ella, tan Doula desde siempre, había recibido el título.
Estuvimos hablando mucho, volvimos a hablar cuando mi muñeca empezó a crecer dentro de mí, volvimos a hablar en los inicios de la lactancia... Podría decir que es mi Doula en la distancia (¡¡¡pero te siento tan cerca, bonita!!!).
Su e-mail de trabajo es doulatarifa@gmail.com, para quien quiera disponer de su compañía y sabiduría.
Para acabar con esta historia os diré que espero verla prontoooo, jejejejeje.
Aquí os dejo con la entrevista. Vais a ver qué maravilla de persona, qué encanto de mujer... qué honor le hace a su nombre...
¡Felicidades Lucecita!

*Ser doula implica una gran empatía y mucha sensibilidad ¿Cuándo te diste cuenta que querías dedicarte a esto?

Pues la verdad es que desde muy pequeña me apasionaba el mundo de la maternidad, daba de mamar a todas mis muñecas y era una "mami" en todos mis juegos, siempre embarazada con cojines en la barriga. Con frecuencia había cerca alguna embarazada y me encantaba ayudar con los bebés, hice mucho de "canguro" entre los 11 y los 19. Más tarde, un día pensé, que por qué no me podía dedicar a lo que más me gustaba! La idea de estudiar enfermería para ser comadrona (en España no hay escuela exclusivamente para comadronas) me agobiaba mucho, ya que implica muchísimas prácticas en hospitales haciendo de todo, y mi concepto de salud es muy diferente al de la medicina convencional. Así que, buscando buscando, encontré el concepto "Doula", nuevo para mi, y me encantó. Me dí cuenta de que se trabajaba una parte muy importante y que además me llenaba mucho más, las emociones. Busqué formación y la que más completa me pareció en aquel momento (2006) fue la que ofrecían Mares Doules en Barcelona.

* Tenemos claro, a nivel técnico, qué es ser doula. Pero, ¿Tiene algún significado especial para tí?

Uff, tiene muchos, voy a intentar resumir un poco... Estar presente en el comienzo de una nueva vida es un gran regalo, y más cuando ese comienzo es de forma amorosa, respetuosa y en un entorno tranquilo y cálido. Personalmente, tras cada nacimiento tengo una nueva inyección de vida, de energía y amor. Y también creo que es una forma importante de colaborar en la mejora de la humanidad. Creo firmemente que si cambiamos la forma de nacer, podemos cambiar el mundo. Los seres humanos serían mucho más amorosos y respetuosos si a la llegada a este mundo se les tratara como merecen. Este trabajo (si se puede llamar así) es un privilegio y me hace sentir muy viva. Entiendo la labor de la Doula como el apoyo para redescubrir la capacidad que todas tenemos de ser madres, nuestro instinto, y vivir una experiéncia vital maravillosa.

* Suponemos que conocerás cada vez a más madres y, sin duda, a más bebés. ¿Hay alguna historia en especial que te haya marcado?

Pues si, hay muchas historias, unas más divertidas, otras menos, pero todas para recordar! Sin duda, el que más me marcó fue el primer parto en casa en el que participé como "doula en prácticas", ahí me di cuenta de por qué había elegido este camino. Es pura mágia y amor! Y ya que cada mujer es única y cada familia es diferente, la variedad de vivencias es un estímulo para seguir aprendiendo. Una Doula no deja nunca de aprender, es también un camino personal, ya que al trabajar con emociones y momentos tan íntimos, hay que trabajar primero lo de uno mismo.

* Mucha gente no conoce vuestra labor, ni siquiera han oído hablar de vosotras ¿Qué crees que hace falta para que se os reconozca y se extienda vuestro papel en la sociedad? ¿Por donde hay que empezar a cambiar?

Buena pregunta. Esto quizá no le guste a algunas mujeres, pero creo que somos nosotras las que tenemos que hacernos responsables de nuestros cuerpos, del proceso de la maternidad y ocuparnos de informarnos bien y elegir desde el conocimiento. En general sólo cuenta la opinión de un médico, o un ginecólogo, cuando tal vez, otro profesional pueda tener otro punto de vista, más conveniente tal vez. También debe ser una labor de todos, tanto del personal sanitario como profesores o educadores. En definitiva, la información está ahí para quien la quiera, pero si no nos han enseñado a buscar o a tener la inquietud de saber qué pasa, entonces no podemos llegar a ella. Creo que habría que llegar a un equilibrio entre los "avances" médicos y la recuperación del instinto y la confianza en la sabiduría del cuerpo femenino; y en esta parte importante entramos las Doulas. Queda muchísimo trabajo por hacer, pero es cierto que empiezan a cambiar las cosas en este país y eso me llena de alegría! Ya somos un gran número de Doulas en España y estamos intentando organizarnos mejor para que se reconozca la labor de forma oficial, como en otros países de Europa y del mundo.

Os doy las gracias por crear un espacio tan interesante donde poder compartir información. Estoy encantada de poder colaborar!!
Gracias Lorena!


Gracias a tí, cariño.

Nota extraída de aquí.

viernes, 5 de febrero de 2010

De partos, bibliotecas, templos y otros momentos sacros

JESUSA RICOY: soy el eslabón perdido entre las mujeres y sueño con que un día esa pérdida sea reunión...

Sabemos, tal y como defiende Michel Odent que el neocórtex (la parte más moderna de nuestro cerebro, evolutivamente hablando) no hace más que interferir en el proceso instintivo del parto. Las formas más comunes de estimular el neocórtex y por tanto interferir en este proceso son todas aquellas que requieran nuestra atención intelectual, sobre todo el que se le hablé a la mujer que está contrayendo o pariendo. Esto sería para mi la parte práctica de porque no hay que hablar a la mujer durante el parto, porque preguntarle a una mujer donde le duele, o cuando fue la ultima vez que fue al baño la distrae y desconecta de su instinto y de su muda conversación consigo misma, con su cuerpo y su bebé.

Pero además de lo que ya dice Odent, yo añadiría desde mi experiencia como doula que hay otro factor, el de lo sagrado del parto, es decir el acto de transcendencia espiritual que puede acontecer en una mundana habitación de hospital. El momento de la muerte así como el de inicio de la vida debería ser reverenciado, creo que en nuestra reverencia se admitiría que no sabemos, que no tenemos todas las respuestas y quizá esto nos diera una muy importante: no siempre es necesario saberlo todo.

Ayer estuve acompañando a unos padres durante un parto y en medio de esos momentos de esfuerzo, de esperanzas, de un padre debatiéndose entre la admiración y el miedo, sobran los portazos, sobran los gritos de "pásame la máquina de la presión arterial", sobra el que se le pregunte a la madre si ya tiene un nombre para su bebé, ¿se pregunta en un entierro de que color lleva los zapatos el muerto?
Sobra el preguntar si le duele o ¡mofarse de su dolor! Ayer tuve momentos en los que pensaba y deseaba que el parto fuese en una biblioteca o en un templo.

No entiendo ni cómo ni cuando las comadronas de hospital se perdieron por los vericuetos de la burocracia, las veo escribiendo notas interminables producto de los miedos de otros, que parecen decir recojamos la información que nos defienda, creemos en el problema, el riesgo y por tanto la intervención. Veo a la madre que no se tiene casi en pie por las contracciones la sujeto como puedo, la mimo, le aparto el pelo de la cara, le susurro que ya llega su bebé veo a la comadrona sentada con el bolígrafo en la mano esperando a la siguiente nota, la siguiente intervención, la presión arterial, el antibiótico, el examen vaginal, tic-tac continua el gran reloj de la fábrica de nacimientos y de pronto siento que soy el trocito de comadrona que se perdió en el hospital, y quizás como doula soy eso...soy el eslabón perdido entre las mujeres y sueño con que un día esa pérdida sea reunión y las doulas sean todas las madres y las comadronas sean todas las doulas.

Jesusa Ricoy-Olariaga, desde Londres
Educadora de preparación al parto y doula además de madre
http://www.rompiendoaguas2.blogspot.com/

Nota extraída de aquí.

viernes, 8 de mayo de 2009

LA SEXUALIDAD Y EL FUNCIONAMIENTO DE LA DOMINACION

(...) Además de tejido muscular hace falta el deseo sexual y un determinado desarrollo de la sexualidad de la mujer; por eso no podemos conformarnos con el útero de los ginecólogos ni con la tecnología médica que consagra la maldición divina de parir con dolor. Porque ahí está la gran diferencia. El útero de una mujer que no ha sido sexualmente reprimida desde la infancia, funciona perfectamente, produciendo placer y no dolor; pero el útero de una mujer cuya sexualidad se ha paralizado desde niña, funciona de una manera patológica y con dolor.

(...)

Desde niñas nos dicen que la regla duele y los partos mucho más. La información que se da es que para dilatar el cuello del útero para que nazca un bebé, hacen falta unas contracciones muy fuertes, y que eso es inevitable que duela. Sin embargo, para Frederik Leboyer las llamadas contracciones de dilatación "inevitables" del parto son algo altamente patológico y no normal:

¿Qué hace sufrir a la mujer que da a luz? ... la mujer sufre debido a las contracciones... unas contracciones que no acaban nunca y que hacen un daño atroz, ¡pero son calambres! todo lo contrario de las "contracciones adecuadas". Qué es un calambre? Una contracción que no cesa, que se crispa y se niega a soltar su presa y, por lo tanto, no "afloja su garra" para transformarse en su contrario: la relajación en la que normalmente desemboca. En otras palabras, lo que hasta ahora se había tomado por contracciones "adecuadas" eran contracciones altamente patológicas y de la peor calidad. ¡Qué sorpresa! ¡Qué revelación! ¡Qué revolución en ciernes!

El parto duele porque los músculos uterinos de las mujeres que crecen con el útero inmovilizado, no desarrollan la capacidad de distensión y la fuerza que debieran tener. Los músculos que no se usan se atrofian y se agarrotan; y viceversa, todo el mundo sabe los entrenamientos constantes y los ejercicios que hace cualquier deportista para desarrollar y mantener a punto su esqueleto muscular. Y también sabemos lo que duele extender un músculo rígido contracturado. Es el dolor que vulgarmente conocemos como "calambre", como dice Leboyer. Y calambres son las "contracciones de dilatación" que tanto hacen sufrir a las mujeres. Algo patológico, no normal. Porque parir, gracias a la represión de la sexualidad de la mujer, a la anulación de su sexualidad desde su infancia es, en efecto, como cavar una zanja con un brazo que hubiese permanecido inmovilizado durante toda la vida hasta ese momento, después de haber vivido sin saber que se tenía ese brazo ni para qué servía; o sea. Fuera de nuestra conciencia; un brazo cuyos músculos, en el momento de coger la azada para cavar, están rígidos y contracturados.

Casilda Rodriganez

martes, 21 de octubre de 2008

EL ROL DE LA DOULA EN EL PARTO

Por Verónica Valdés, Médico Universidad Católica de Chile y Doula voluntaria del programa “Hearts & Hands”, Universidad de California, San Diego.

Cuando los partos ocurrían en la comunidad, y no en hospitales, las mujeres eran constantemente acompañadas por otras mujeres durante el trabajo de parto, parto y postparto.
Al trasladarse los partos al hospital, este importante componente fue eliminado y por mucho años, las mujeres han debido tener sus partos con el apoyo esporádico de diferentes miembros del equipo de salud. Solo en las últimas décadas, se ha ido permitiendo la presencia del padre en el parto, pero ésta aun no es una práctica universal. Aun ahora, son pocas las mujeres que son acompañadas permanentemente por una mujer que le ofrece apoyo emocional continuo.

Existen estudios antropológicos de 128 culturas de cazadores recolectores o agrícolas, donde 127 cuentan con el apoyo emocional de otra mujer durante el parto (Klaus MH, Kennell JH, Klaus, PH, 2002).

La palabra Doula es en griego una mujer que sirve a otra, pero hoy se utiliza para referirse a una mujer experimentada en parto, que acompaña a la futura madre durante el trabajo de parto y parto, ofreciéndole información, y apoyo continuo, en aspecto físico y emocional, sin la responsabilidad del quehacer clínico. Ella observa, evalúa el estado emocional y responde a éste con palabras delicadas, elogia, destaca progresos, sugiere cambios de posición o movimientos, masajea las partes tensas, ofrece sugerencias a la pareja o familiar, ofreciendo un ambiente de intimidad, seguridad y tranquilidad.

El valor de la doula reside en que puede cambiar la percepción de lo que se vive. Se preocupa de que la mujer tenga un buen recuerdo de su parto.

Desde hace más de 25 años, Klaus y cols. (Klaus MH, Kennel JH, Klaus, PH, 2002) han observado e investigado qué ocurre con la presencia de una mujer que ofrezca "apoyo emocional continuo" durante el trabajo de parto y parto. Hasta la fecha se han observado más de 6000 mujeres en 17 estudios randomizados controlados (ERC) que muestran reducción de la duración del trabajo de parto, de la necesidad de anestesia o analgesia, de la incidencia de cesáreas, de la necesidad de aceleración con ocitocina y una mayor incidencia de partos naturales.

La doula ofrece apoyo incondicional, felicitando a la mujer por sus logros, uno a uno, sin juzgar. Se atreve a tocar, sostener, caminar, masajear, según lo que sea cómodo y aceptable a la madre y usa las palabras en forma positiva, con mucha delicadeza y cuidado.
El rol de la doula es solo ofrecer apoyo emocional, estar presente en todas las necesidades de esa mujer para permitirle ser la protagonista en ese momento crucial de su vida de manera que esta sea una experiencia positiva (Valdés V & Morlans X, 2005)

Si bien la literatura muestra toda una gama en la variedad de Doulas, la capacitación de estas se centra en la aceptación incondicional de la mujer, el cuidado con el lenguaje, siempre usando palabras positivas, pudiendo usar técnicas de relajación.

La doula también aprende técnicas para el manejo del dolor como masajes, presopuntura, movimientos que ayudan a la movilización del feto por el canal del parto y manejo del ambiente (nivel de luz, aromas, música). En situaciones con presencia de muchos familiares, es la Doula quien privadamente consulta a la madre si necesita regular las visitas, la que muestra al padre u otros acompañantes cómo ayudar y respetar a la madre (Klaus MH, Kennel JH, Klaus, PH.2002). La Doula se compromete a permanecer con la madre hasta finalizado el parto, independiente del tiempo que dure. Esta certeza le ofrece a la mujer la confianza para vivir el proceso del parto más relajadamente, para poder entrar en un estado de trance hipnótico a través del ritmo y el ritual, situación que favorece la acción de las hormonas del parto.

El rol de la Doula es el de confiar en la naturaleza de la mujer y del parto. Su papel es solo estar ahí, acompañar a la mujer en lo que ocurra, confiando en el equipo de salud, no tomando decisiones, sino solo siendo testigo del evento del parto.

miércoles, 17 de septiembre de 2008

El Poder Natural de la Mujer


Por Vicki Noble


“El ejemplo mas obvio de cuánto nos hemos apartado de nuestras raíces orgánicas como comunidad femenina lo constituyen, en nuestra cultura actual, las prácticas relacionadas con los nacimientos.
Las mujeres hemos llegado a creer que no sabemos cómo tener bebés. El hecho nos inspira temor, nos aterroriza, y buscamos la ayuda de los “expertos” para hacerlo bien. Ingresamos en ambientes esterilizados, inhóspitos, alejados de nuestro hogar y nuestra familia, a fin de yacer con los pies levantados para que un técnico extraiga el bebé de nuestro cuerpo. Nos hemos convencido de que, si lo hacemos de otra manera, pondremos en peligro a los niños que traermos al mundo, que los perjudicaremos y apareceremos como unas irresponsables ante nuestros hijos. De modo que, sumisamente, aceptamos los consejos del Médico Todopoderoso y su personal de guardapolvo blanco y, consecuentemente, sobrellevamos en nuestro parto un alto “grado de complicaciones”. Vamos al hospital para hallarnos “seguras”, para ingerir drogas que nos “ayudarán” a hacerlo mejor; seguimos las indicaciones y nos rasuran las partes pudendas, para que al “desgarrarnos” no contaminemos a nuestro hijo.


¿Dónde está el animal que hay en nosotras? ¿Qué se ha hecho de nuestro instinto natural? ¿Cómo imaginamos que han nacido bebés durante todos estos milenios, antes de que inventáramos los hospitales y que los hombres se ocuparan de los partos? Es como si sufriéramos de amnesia; simplemente, no recordamos”.

domingo, 7 de septiembre de 2008

Las DOULAS en el Puerperio

Por Laura Gutman

Decidí desarrollar institucionalmente la profesión de la “doula” para asistir a las mujeres durante el puerperio (según mi punto de vista, los dos primeros años después del nacimiento del bebé), a domicilio.

Lo que intento es integrar al inconsciente colectivo femenino la necesidad de contar con un apoyo maternante exclusivo para el primer período de la aparición del niño. Para ello, organicé un “Equipo de Doulas”, todas profesionales egresadas de la Escuela de Capacitación de Crianza que realizan visitas a domicilio, asistiendo a las madres puérperas en todo lo relativo a la desestructuración emocional acaecida después del parto.

¿Qué cosas tienen que pasar para que una mujer se anime a solicitar una “doula” a domicilio?

Cosas bastantes comunes: por ejemplo, que sea el segundo día en la clínica después del nacimiento del bebé. O cuando regresa a casa después del parto. Cuando cuatro días más tarde el varón retoma su trabajo. Si se siente indefensa o temerosa por nada en especial. Si el bebé llora mucho y no lo puede calmar. Si tiene cualquier tipo de inconvenientes con los pechos. Si tiene ganas de llorar. Si se siente desconectada e irritable con el bebé. Si se siente sola. Si no sabe a quién hacerle preguntas. Si se angustia. Si no encuentra recursos para sentarse a jugar con sus hijos mayores. Si se culpa por no estar haciéndolo bien. Si está desbordada. Obviamente, si tiene mellizos o trillizos (incluso si cuenta con una nurse, o varias). Si el día es muy largo estando sola. Si no tiene interlocutores que den crédito a sus percepciones. Si los hijos mayores la reclaman desmedidamente cuando se ocupa del bebé. Si las noches se parecen al infierno. Si le diagnosticaron una depresión puerperal. Si las personas que la quieren le recomiendan que retome rápidamente su trabajo para “ponerse bien”. Si el marido llega cada vez más tarde a casa. Si sencillamente está deprimida.

Ahora bien, desde que el mundo es mundo, las mujeres han parido y criado hijos sin “doulas”, y casi todas sobrevivieron. ¿Acaso hay mujeres tan ineptas que sin “doulas” no son capaces de hacer las cosas correctamente? ¿Por qué serían acreedoras de tanto lujo?

En los umbrales del siglo XXI, las mujeres exitosas o simplemente inteligentes creemos disponer de recursos suficientes para atender a un bebé. Cuanto más vivamos en el mundo “yang”, más desértico nos resulta el mundo “yin”. Por eso, una “doula” a domicilio no es un lujo, es una prioridad que todas las mujeres merecemos, ya que un niño pequeño depende del equilibrio emocional de su madre. A lo largo de la historia, las mujeres hemos construido sostenes posibles que nos garantizan suficiente sostén para la crianza de los niños. Ingresar con comodidad en el mundo externo no nos facilita la fusión ni la comprensión de los mundo sutiles. En realidad, estamos más huérfanas que nuestras abuelas en muchos casos. Si bien cada mujer reacciona en forma diferente durante el puerperio, una mujer bien sostenida está en mejores condiciones de sostener a su bebé.

La “doula” interpreta la experiencia interior de cada madre, avalando todos los cambios invisibles y traduciendo al lenguaje corriente la experiencia del puerperio. No se trata de ayudar con el bebé, ni de ofrecer buenos consejos, sino de acompañar la zambullida en el universo “yin”.

Desde ya, también espero que el oficio de “doula” ingrese en el inconsciente colectivo femenino. Que las mujeres “sepamos” después de parir que merecemos naturalmente llamar y solicitar una “doula” a domicilio, para que nos abra las puertas de los Misterios de la Maternidad y despierte en nosotras la intuición ancestral, la sabiduría y el regocijo de la transformación.

La “doula” representa de esta manera al arquetipo de “La Gran Madre”. Su principal función es la de maternar a la madre para que, entonces, pueda maternar a su hijo. Creo que las “doulas” como institución, pueden convertirse en un sostén fundamental para las mujeres del siglo XXI.

Extraído del libro PURPERIOS Y OTRAS EXPLORACIONES DEL ALMA FEMENINA, pág. 113, Capítulo 5 - Las "Doulas"

viernes, 8 de agosto de 2008

SOBRE AMAMANTAR Y FLUIR...

La lactancia salvaje

La mayoría de las madres que consultamos por dificultades en la lactancia estamos preocupadas por saber cómo hacer las cosas correctamente, en lugar de buscar el silencio interior, las raíces profundas, los vestigios de femineidad y apoyo efectivo por parte de los individuos o las comunidades que favorezcan el encuentro con su esencia personal.

La lactancia es manifestación pura de nuestros aspectos más terrenales y salvajes que responden a la memoria filogenética de nuestra especie. Para dar de mamar sólo necesitamos pasar casi todo el tiempo desnudas, sin largar a nuestra cría, inmersas en un tiempo fuera del tiempo, sin intelecto ni elaboración de pensamientos, sin necesidad de defenderse de nada ni de nadie, sino solamente sumergidas en un espacio imaginario e invisible para los demás.

Eso es dar de mamar. Es dejar aflorar nuestros rincones ancestralemente olvidados o negados, nuestros instintos animales que surgen sin imaginar que anidaban en nuestro interior. Es dejarse llevar por la sorpresa de vernos lamer a nuestros bebés, de oler la frescura de su sangre, de chorrear entre un cuerpo y otro, de convertirse en cuerpo y fluidos danzantes.

Dar de mamar es despojarse de las mentiras que nos hemos contado toda la vida sobre quienes somos o quienes deberíamos ser. Es estar desprolijas, poderosas, hambrientas, como lobas, como leonas, como tigresas, como canguras, como gatas. Muy relacionadas con las mamíferas de otras especies en su total apego hacia la cría, descuidando al resto de la comunidad, pero milimétricamente atentas a las necesidades del recién nacido.

Deleitadas con el milagro, tratando de reconocer que fuimos nosotras las que lo hicimos posible, y reencontrándonos con lo que haya de sublime. Es una experiencia mística si nos permitimos que así sea.

Esto es todo lo que necesitamos para poder dar de mamar a un hijo. Ni métodos, ni horarios, ni consejos, ni relojes, ni cursos. Pero sí apoyo, contención y confianza de otros (marido, red de mujeres, sociedad, ámbito social) para ser sí misma más que nunca. Sólo permiso para ser lo que queremos, hacer lo que queremos, y dejarse llevar por la locura de lo salvaje.

Esto es posible si se comprende que la psicología femenina incluye este profundo arraigo a la madre-tierra, que el ser una con la naturaleza es intrínseco al ser esencial de la mujer, y que si este aspecto no se pone de manifiesto, la lactancia simplemente no fluye. No somos tan diferentes a los ríos, a los volcanes, a los bosques. Sólo es necesario preservarlos de los ataques.

Las mujeres que deseamos amamantar tenemos el desafío de no alejarnos desmedidamente de nuestros instintos salvajes. Lamentablemente solemos razonar y leer libros de puericultura, y de esta manera perdemos el eje entre tantos consejos supuestamente “profesionales”.

La insistencia social y en algunos casos las sugerencias médicas y psicológicas que insisten en que las madres nos separemos de los bebés, desactiva la animalidad de la lactancia. Posiblemente la situación que más depreda y devasta la confianza que las madres tenemos en nuestros propios recursos internos, es esta creencia de que los bebés se van a malacostrumbrar si pasan demasiado tiempo en nuestros brazos. La separación física a la que nos sometemos como díada entorpece la fluidez de la lactancia. Los bebés occidentales duermen en los moisés o en los cochecitos o en sus cunas demasiadas horas. Esta conducta sencillamente atenta contra la lactancia. Porque dar de mamar es una actividad corporal y energética constante. Es como un río que no puede parar de fluir: si lo bloqueamos, desvía su caudal.

Contrariamente a lo que se supone, los bebés deberían ser cargados por sus madres todo el tiempo, incluso y sobre todo cuando duermen. Porque se alimentan también de calor, brazos, ternura, contacto corporal, olor, ritmo cardíaco, transpiración y perfume. La leche fluye si el cuerpo está permanentemente disponible. La lactancia no es un tema aparte. O estamos madre y bebé compenetrados, fusionados y entremezclados, o no lo estamos. Por eso, dar de mamar equivale a tener al bebé a upa, todo el tiempo que sea posible. No hay motivos para separar al bebé de nuestro cuerpo, salvo para cumplir con poquísimas necesidades personales. La lactancia es cuerpo, es silencio, es conexión con el submundo invisible, es fusión emocional, es entrega.

Dar de mamar es posible si dejamos de atender las reglas, los horarios, las indicaciones lógicas y si estamos dispuestas a sumergirnos en este tiempo sin tiempo ni formas ni bordes. También si nos despojamos de tantas sillitas, cochecitos y mueblería infantil, ya que un pañuelo atado a nuestro cuerpo es suficiente para ayudar a los brazos y las espaldas cansadas. Incluso si trabajamos, incluso si hay horas durante el día en que no tenemos la opción de permanecer con nuestros bebés, tenemos la posibilidad de cargarlos en brazos todo el tiempo que estemos en contacto con ellos.

Es verdad que hay que volverse un poco loca para maternar. Esa locura nos habilita para entrar en contacto con los aspectos más genuinos, inabordables, despojados, salvajes, impresentables, sangrantes de nuestro ser femenino. Así las cosas, que nos acompañe quien quiera y quien sea capaz de no asustarse de la potencia animal que ruge desde nuestras entrañas.



Laura Gutman

lunes, 4 de agosto de 2008

En el puerperio

¿Cuándo solicitar una doula?

*En la clínica después del nacimiento.
*Al regresar a casa después del parto.
*Cuando el varón retoma su trabajo.
*Si me siento indefensa o temerosa.
*Si el bebé llora mucho y no lo puedo calmar.
*Si tengo inconvenientes con los pechos.
*Si tengo ganas de llorar.
*Si me siento desconectada e irritable con el bebé.
*Si me siento sola.
*Si no sé a quién hacerle preguntas.
*Si me angustio.
*Si no me puedo sentar a jugar con mis hijos mayores.
*Si me culpo por no estar haciéndolo bien.
*Si estoy desbordada.
*Si tengo mellizos o trillizos (incluso si cuento con una nurse).
*Si el día es muy largo estando sola.
*Si no tengo interlocutores que den crédito a mis percepciones.
*Si mis hijos mayores me reclaman desmedidamente cuando me ocupo del bebé.
*Si me diagnosticaron una depresión puerperal.
*Si sencillamente estoy deprimida.

Extraído de la página de Crianza.

lunes, 21 de julio de 2008

"En un mundo donde la mujer está integrada en su entorno natural, nace el bebé como un orgasmo"

Una escritora francesa culpa al machismo de que el parto sea doloroso

Muriel Bonnet es la autora de "El nacimiento, un viaje. El parto a través de los pueblos".

*El dolor es consecuencia de la actual "cultura del miedo" impuesta por el sexo masculino.
*Durante 25 años recorrió el mundo para observar cómo se da a luz en las distintas culturas.
*"El parto en verdad está ligado al corazón, dar a luz es algo sagrado, como hacer el amor".

El parto es un acto violento, pero no tiene por qué ser doloroso, aseguró la escritora francesa Muriel Bonnet, quien opinó que el dolor es consecuencia de la actual "cultura del miedo" impuesta por el hombre.

La autora de "El nacimiento, un viaje. El parto a través de los pueblos" explicó que el miedo produce adrenalina, que pone en tensión a las mujeres, por lo que se endurece el músculo del útero y eso genera el dolor.

Acusó a los hombres de imponer el mundo masculino de fuerza sobre el femenino y dijo que esta dominación está causada, a su vez, por el miedo "al poder de la diosa de la creación".

"Es una lucha de poder. Los hombres quitaron a la partera su poder natural de ayudar a sus hermanitas, a sus hijas, a dar a luz y ahora las mujeres tienen que luchar para retomar su derecho natural de apoyar a las otras mujeres para dar a luz", sostuvo.

Cuando el mundo femenino recupere su lugar habrá equilibrio entre hombres y mujeres, aseguró Bonnet, quien durante 25 años recorrió el mundo para observar cómo se da a luz en las distintas culturas.

No hay que dominar al hombre

Aclaró, sin embargo, que no se trata de dominar al hombre, sino de que este ocupe su rol de compañero de la mujer y que la apoye, y que ambos se den la libertad que les corresponde.

Bonnet recordó su primer parto, cuando tenía 23 años, como algo envuelto en una nube de temor e ignorancia, durante el cual usó la epidural, los fórceps y el parto común en el hospital, porque no conocía otras opciones.

Relató que su segundo alumbramiento fue de mellizos y a "cuatro patas", lo que rememoró como una experiencia más sencilla, natural y agradable.

"En otras culturas, el parto no cuesta tanto trabajo, es algo simple", señaló.
Por ello buscó a parteras basadas en la trasmisión familiar ancestral de conocimientos en México, la Amazonía, Canadá, Europa, África o la India.

Dar a luz es algo sagrado

"El parto en verdad está ligado al corazón, dar a luz es algo sagrado, como hacer el amor, pero en la sociedad actual nos olvidamos", explicó.

"En un mundo donde la mujer está integrada en su entorno natural, nace el bebé como un orgasmo", indicó, tras señalar que a través de las mujeres "pasa toda la energía de la vida".

Las mujeres jóvenes sienten esa fuerza que les causa "envidia y miedo", y de ahí nace la enemistad entre suegras y nueras, cuando, según explicó, no debería ser así, ya que "si tienen buenos hombres es porque su mamá ha hecho un buen trabajo".

"Hay que reflexionar sobre cómo queremos que nazcan nuestros hijos y cómo queremos que los reciba el mundo", concluyó le escritora.

Nota extraída de acá.

martes, 12 de febrero de 2008

¿Por qué es tan difícil parir en una institución?

Aunque no lo creas, la visión que la medicina moderna tiene del nacimiento está basada en un modelo obstétrico masculino; y esto se explica porque, incluso en la actualidad, la mayoría de los médicos son hombres. Paso a paso y de una forma planificada y hasta disciplinada, se supone que las mujeres deben dilatar y borrar el cuello del útero según un modelo ideal de regularidad preestablecido.
{mosgoogle right} Las contracciones tienen que aumentar en intensidad y el cuello del útero se tiene que abrir de manera metódica y oportuna, y que luego hay que expulsar los contenidos del útero de manera predecible, sin molestar a nadie, excepto, probablemente, a la madre. ¡EMPUJA! ¡EMPUJA! ¡EMPUJA! A una mujer se le grita si no se corre, perdón, si no saca al bebé lo suficientemente rápido. Esta idea de “rapidez” proviene del ideal masculino del parto –y todas sabemos que “masculino” y “rápido” suelen ser sinónimos–.

La mayoría de las veces y para la mayoría de los hombres, el orgasmo masculino es, con perdón, muy predecible. Pum, pum, pum, pum, más y más rápido: hasta que ¡Pop!, termina. En cambio el orgasmo femenino es mucho más rico: girando cíclicamente y en espiral hasta llegar al éxtasis, las sensaciones de la mujer disminuyen o se intensifican por lo que siente en su interior. Algunas veces, es rápido e intenso; otras, serpentea sonoramente. Los ritmos orgásmicos de cada mujer son intrínsecos, y diferentes a los de las demás mujeres, e incluso la misma mujer jamás tendrá dos orgasmos iguales. Y es que hay demasiadas variables implicadas: ¿se siente sexy? ¿Puede pensar en una fantasía detalladamente erótica o lo suficientemente simple para brindar estimulación intelectual hasta lograr la satisfacción? ¿Le agradan los olores a su alrededor? ¿Desea escuchar música? ¿Se siente bien, o tiene hambre? ¿Tiene ganas de ir al baño? ¿Están sus uñas muy afiladas? ¿Entrará alguien sorpresivamente a la habitación? Para los hombres, los orgasmos tienden a ser mucho más sencillo (hay que meterla, meterla) de conseguir en la vida.

El problema está en que los hombres tienden a culpar a las mujeres por no alcanzar el orgasmo tan rápido como ellos, se apresuran a etiquetarlas de sexualmente “disfuncionales” y a decir que necesitan estimulantes artificiales o terapia. Peor aún, si no pueden llevar el mismo ritmo que sus amantes masculinos, muchas mujeres terminan creyendo que eso es cierto.

Esta situación es comparable al parto: cada nacimiento, cada ocasión, cada mujer, es siempre algo único. Algunas veces rápido e intenso; otras veces, lento y sosegado. Cada nacimiento sigue su propio programa intrínseco. Sin embargo, si en un hospital una mujer no da a luz lo suficientemente rápido, su trabajo de parto es considerado errático y se piensan que necesita fármacos o manipulación. Le hacen sentir que no sabe parir, que es “disfuncional”, pues no puede seguir el ritmo que se espera. Nuevamente, existen muchas variables involucradas: ¿Le pareció a la mujer que la enfermera que le hizo el examen pélvico estaba disgustada con ella? ¿Fue muy brusco su médico, estaba muy apresurado? ¿Conoce ella a este médico? ¿Su compañero sale a fumar a cada rato? ¿Está incómoda? ¿Está inmovilizada por estar atada a un monitor fetal electrónico o a un gotero intravenoso? ¿Está cansada? ¿Tiene hambre? ¿Es la habitación muy pequeña? ¿Huele mucho a hospital?. Todo esto interfiere con su parto distanciándolo de la esperada manera prefijada y metódica.

En vez de reconsiderar lo apropiado o conveniente de la institución en la cual está tratando de dar a luz, la mujer tiende a sentirse culpable por su arrítmico trabajo de parto, y acepta toda la parafernalia del personal hospitalario para el parto: gel de prostaglandinas, oxitocina sintética, drogas que alteran la conciencia, epidural, nacimiento quirúrgico –fórceps, cesárea–.Si el compañero está acostumbrado a pensar que el cuerpo de su mujer no funciona como sería de esperar, tolerará y consentirá cualquier intervención que se realice para que el parto sea más predecible; incluso presionará a su amada con el fin de convencerle de la habilidad del hospital para salvarla de su defectuoso cuerpo femenino.

Las similitudes continúan. Si mientras hace el amor alguien molesta repetidamente a una mujer, mirandola fijamente su rostro y su cuerpo y instándola impacientemente a que tenga un orgasmo, seguro que no lo tendrá. Lo más probable es que se cierre y se sienta desolada e incompetente. Si una mujer no se siente sexy, no puede tener un orgasmo. Ni siquiera el hombre mejor dotado ni el mayor vibrador zumbando implacablemente en su clítoris harán que una mujer llegue al clímax, a menos que la mujer se olvide de su ser exterior y “sueñe” que llega. Si una mujer siente que su pareja se quedará viendo su papada o sus brazos rechonchos mientras está en medio del éxtasis, no se abrirá al éxtasis. Si una mujer se siente físicamente insegura (por ejemplo, el hombre que la acompaña la amenaza o se muestra hostil hacia su sexualidad femenina), no dejará a su compañero ver su yo íntimo, aunque podría fingir. Y es que es muy arriesgado ponerse en una posición tan vulnerable.

Volviendo al parto: si una mujer no se siente lo suficientemente segura físicamente para dar a luz, si le observan y le tocan continuamente, si ve mesas llenas de tijeras, agujas y fórceps, si le dicen que no puede tener un parto sin intervenciones doloras y peligrosas, no hay manera de que dé a luz; está más allá de su control consciente. Sabe que el ambiente donde está no es seguro para parir: no puede dejar que su bebé salga si ella está muy estresada o herida para cuidarlo. No puede dejarle salir si no tiene la certeza de que estará a salvo en el mundo externo: ve “el carrito de torturas” esperándole; sabe que hay gotas para los ojos esperándolo; un equipo de resucitación que pinchará sus pulmones ; sabe que su hijo será examinado con frialdad y que será alejado de ella, y que los mantendrán separados siguiendo el protocolo del hospital. Sabe que hay extraños esperando para incomodarlo y observarlo. Es un sitio donde cortan los penes de muchos bebés. En su interior sabe que no le puede dejar salir. Por eso detiene su trabajo de parto, pero el hospital sí que sabe cómo sacar al niño a la fuerza, y robarle su parto. Seguramente luego le dirán que el hospital es el sitio más seguro para dar a luz.

Las similitudes continúan. La oxitocina, liberada por la glándula pituitaria en la base del cerebro, y que se libera más fácilmente en la oscuridad, es la hormona con mayor responsabilidad en el parto; también es la hormona encargada del orgasmo. Cada mujer tiene la capacidad secreta de abandonarse,dejarse llevar: en su interior, tiene la sabiduría que le llevará libremente a su sensualidad más dulce, y que le hará flotar exquisitamente en sensaciones orgásmicas. Puede sentir con sus manos cuán bello y cuán sexy intrínsecamente es su cuerpo, y explorar sus curvas secretas con un espejo o su mente. He descubierto que la mejor parte de mis partos llega cuando estoy llena de sensaciones, y estas maravillosas sensaciones provienen directamente de la oxitocina. Dulce oxitocina: amor a tu hijo, sexo, parto, risa, alegría, cálida compañía, amamantar; todos el mismo amor, todos la misma oxitocina…dejarnos llevar por este río hormonal asegura los mejores orgasmos y los mejores partos.

Nuestros mecanismos de supervivencia son sumamente inteligentes; hemos creado, o desarrollado, tal belleza y complejidad alrededor de algo tan sencillo como el parto porque –estoy convencida– tenemos una gran inversión en el futuro de nuestros hijos, tanto en tiempo como en recursos. Tenemos que dar tanto a nuestros hijos, tan infinitamente, día tras día, que debemos “amarlos” tanto como nos sea posible: debemos sentir el ímpetu familiar de la oxitocina; debemos obtener tanto placer de nuestros hijos como sea posible (no erótico, aunque parezca confuso, el amor maternal y el amor de pareja son muy similares químicamente). Es lógico que el mayor ímpetu de hormonas suceda en los primeros días, durante nuestros partos, y cuando los bebés nos necesitan más que nunca. Por eso es criminal destrozar médicamente el parto y separar a una madre de su bebé: se pone en peligro la relación madre e hijo para siempre. En este aspecto, somos bastante únicos, muchos otros animales simplemente excretan a sus crías y siguen con su vida, cuanto antes mejor.

Necesitamos ese rico flujo de hormonas; son una prueba de amor en la sangre. Las muestras tomadas en los humanos en diversos estados de éxtasis revelan niveles sumamente elevados de oxitocina en relación directa con la profundidad de las sensaciones de éxtasis. Necesitamos un éxtasis explosivo de amor animal para apegarnos a nuestra cría, y sentirnos obligadas a cuidar de ella.

Sin embargo, en nuestra cultura tecnológica occidental, se nos dice que hagamos caso omiso a la intensidad de nuestra propia fisiología. Somos animales sociales, y nos vemos obligados a creer lo que nos dicen los “expertos”. Nosotras, como mujeres, le preguntamos a nuestra sociedad qué se espera de nosotras (principalmente reprimir explosiones extasiadas de amor animal), y accedemos para calmar a todos los que nos rodean. Se espera que seamos “buenas chicas” y que no nos quejemos mucho, especialmente sobre el sexo chapucero y los partos terribles. Se nos convence de que las mujeres que tienen orgasmos múltiples y partos sensuales son auténticos “bichos raros”.

Somos inmaculadas y patéticas en nuestra ignorancia. Nos dan biberones de este saber popular cultural tóxico, y transponemos nuestro idealismo infantil en los individuos y las instituciones a quienes confiamos nuestro cuidado pre, peri y posnatal. La mujer, cuando tiene a su primer bebé, corre al hospital, y confía que sus médicos le cuidarán, y le tratarán tan gentil y compasivamente como sea posible; su parto idealizado es como una postal de una tarjeta de felicitaciones. Sin embargo, obtiene lo que la mayoría de las mujeres modernas que tienen a su primer bebé en un hospital: inducción, fórceps, epidural; y se convierte en otra víctima de la ignorancia y la mentira que termina por perpetuar las historias de partos de horror donde “se ha hecho daño”. El resto de las mujeres que van a tener a su primer bebé piensan que nunca les pasará a ellas.

Lo mismo sucede con su primer amante, con la famosa frase: “¿eso es todo?”. Ella esperaba que él conociera automáticamente todos sus puntos secretos, pero al final descubrió que el éxtasis se alcanza mejor sola.

¡Sola! Los orgasmos de las mujeres florecen más libremente cuando se logran lejos de interferencias y espectadores no bienvenidos. ¿No tiene lógica que suceda lo mismo con nuestros partos? El parto es fácil y digno de confianza. Es tan fácil como empujar a nuestros bebés para que salgan y luego irnos a dormir. Y aunque sea lógico pensar mucho en él y dedicar mucha energía para obtener los mejores partos para nosotras, no es lógico pensar que nuestros partos requieren de muchos equipos médicos incisivos yuxtapuestos desesperadamente, y de un ansioso personal de asistencia al parto mal equipado. La parafernalia hospitalaria distrae del parto mismo.

Los cuerpos de las mujeres no necesitan todas estas intromisiones. Creer lo contrario es como pensar que no se puede lograr un orgasmo sin tener el mayor vibrador, el consolador artificial más grueso, la más pervertida revista porno, y el hombre más caliente para ligar. En realidad, para la mayoría de las mujeres, la mayoría de las veces, cuanto más sencillo, mejor. Los artilugios exagerados distraen del sexo mismo.
¿Conclusión? Todos los que se excitan con los partos hospitalarios son unos pervertidos. Porque el equipo hospitalario que interfiere con el parto realmente puede ser tan incongruente, escandaloso y erróneo como los juguetes sexuales; y los médicos que se empeñan en complicar el parto con sus equipos de alta tecnología agresiva e implacable no son más que pervertidos egocéntricos y patéticos. Las mujeres simplemente no los necesitan. El parto es increíblemente sencillo: una apertura privada, oscura y secreta de nuestro ser sexual ancestral. El parto no necesita manipulaciones perversas.

Los bebés sí salen –lo queramos o no-, simplemente salen porque necesitan hacerlo. Es mucho más sencillo y más placentero dejar que nuestros bebés nazcan en la intimidad y con alegría, que con inseguridad mecanizada y dolorosa.



Por Leilah McCracken.

Traducción al español: Andrea Anguera, elpartoesnuestro.org