martes, 21 de agosto de 2012

LA MIRADA, por Silvia Solá

Algo tan simple y versátil. La mirada no nos deja mentir, nos muestra en nuestra más sincera y espontánea emocionalidad e intención.
Algo tan fácil de dar, y a veces tan difícil de conseguir sobre todo para muchos bebés y niños de ésta época tan desapegada que estamos viviendo como Sociedad…
Cuando éramos chicos, los adultos nos pedían que los miráramos a los ojos para saber si estábamos diciendo la verdad o no. Digamos que los niños quedan al descubierto con sus miradas porque recién están aprendiendo a mentir y hay situaciones en las que aún no consiguen disimular con el profesionalismo que con el pasar de los años vamos adquiriendo…
Lo enamorados se tocan con la mirada, se comen, se penetran y se hablan más allá de las palabras. Se entienden en un lenguaje que es singular y sólo de ellos. Pueden aislarse en una mirada aún en el lugar mas concurrido…
Cuando alguien se refiere a “la mirada perdida” seguramente será de una persona que está en un momento difícil y no puede ejercer un contacto visual fuerte y sostenido con otra persona. Alguien que no encuentra paz o sostén en ninguna otra mirada…
Cuando hacemos equilibrio en un solo pie, en general nos dicen que pongamos la mirada en un punto fijo para sostenernos.
A través de lo que miramos, nuestro cuerpo es capaz de sentir, de generar estados físicos diferentes, palpitaciones, sudor, hambre, alegría, bronca, miedo, sed, ternura, excitación, etc.
La Mirada es mucho más que un sentido, es un todo, por eso quienes carecen de su capacidad visual desarrollan impresionantemente el resto de sus sentidos.
La mirada no solo mira, sino que investiga, resuelve, concreta, acaricia, sostiene, acompaña, da aliento, genera confianza, nos pone en evidencia.
La Mirada es un ida y vuelta, es un canal de información en ambos sentidos.
Imaginemos la vida de un bebé dentro de su madre. En el momento en que ella comienza su día y se pone en pie, al bebé le cambia el punto de apoyo. Mientras su madre estaba en la cama, el bebé probablemente estaría apoyado sobre la parte posterior del abdomen, los sonidos internos en el cuerpo de la mamá son rítmicos y propios del reposo, la respiración, las pulsaciones, algún sonido digestivo. Al levantarse para comenzar el día, la madre hace que su bebé quede más apoyado sobre las caderas. Los sonidos internos se relacionan con el desayuno de la mamá, todos hemos escuchado alguna vez a nuestros estómagos “ahuyando” como lobos, ¡hay que ver lo que es escuchar eso desde adentro!
Luego se escucha que habla con alguien, cambia el ritmo de la marcha, no es lo mismo moverse dentro de casa que salir y caminar por lo menos una cuadra a paso de marcha urbana. La ciudad tiene sonidos propios. Eso también le llega al bebé.
La diferencia entre el día y la noche, el reposo y la actividad, el ayuno y la digestión son parte de las rutinas de un bebé en gestación.
Nació
Su cuerpo se despliega, ya no es un capullo cerrado y compacto, alguien quiere medirlo, pesarlo, bañarlo y lo estira. Su tórax tiene movimientos de respiración que no conocía antes. Su boca busca recomponer la escena de tranquilidad que vivió hasta que vio la luz. Y sí, vio la luz si nació en una sala de partos iluminada como una cancha de rugby, alguno habrá tenido la oportunidad de nacer en penumbras en ambientes más íntimos, pero son los menos…
Sus ojos también se despliegan. Se abren y se cierran por reflejo frente a diferentes estímulos tanto visuales como auditivos y táctiles.
Todo su cuerpo se ha puesto en marcha por reflejo.
Escuchamos comentarios vulgares y desprovistos de cualquier reflexión como “nació con hambre este bebé”…
La búsqueda, el hociqueo en las primeras horas de vida están relacionado no con el hambre de comida, sino con la necesidad de recomponerse, de recuperar el estado previo al nacimiento. Nosotros los adultos somos responsables de darles una transición progresiva, amena y que les brinde confianza en las personas que estamos a su cuidado.
La Mirada
Sus ojos permanecen mas cerrados que abiertos los primeros días de vida. Un poco por sueño, otro poco por la administración de su energía agotable y otro tanto por el exceso de estímulo que significa estar de este lado del mundo aéreo.
Cuando despierta y vamos a su encuentro frente a su pedido, nos miramos a los ojos.
El bebé encuentra tranquilidad en aquello que se repite en su vida. La mirada de su madre aparece con ternura y palabras armónicas en el medio de un abrazo. Luego aparece ese líquido tibio que calma esa nueva sensación que se llama hambre. De a poco va pudiendo prescindir de la mirada porque confía en quien lo sostiene, encuentra la calma, se relaja y finalmente se duerme.
Es una secuencia de doble efecto, el adulto también encuentra calma cuando esto sucede.
Los bebés necesitan además de alimento, la mirada como guía, sostén, contención, comunicación y reflejo de sus padres para entenderse a ellos mismos ir moldeándose para convertirse en uno de nosotros.
La mirada no se compra ni se vende, se siente, se disfruta y se comparte.
La Mirada es también una de las asignaturas en la Carrera de las emociones, de lo que vemos y observamos aprendemos, está en nosotros generar escenas colmadas de afecto y comprensión si queremos bajar los índices de destrucción Social.

Extraído de www.silviasola.com.ar